lunes, 12 de mayo de 2008

Conciencia

Acabamos de celebrar el Día de la Madre. Aunque personalmente creo que esto debería ser cosa de todos los días, sin embargo está bien que se haya elegido una fecha específica para reconocer en ese ser especial el amor más grande después de Dios.
Y al pensar en las madres es inevitable pensar en los hijos, en los niños que estamos levantando ahora y a quienes les dejaremos este mundo que estamos destruyendo. ¿Cómo vivirán estos pequeños en 50 años más?, ¿podrá conservarse nuestra especie con diez grados más de temperatura?...y si sobrevivimos, cambiará nuestro aspecto?...¿nos saldrán pelos en el cuerpo para protegerlo del sol?, ¿tendremos escamas en los ojos?, ¿viviremos nuevamente en cuevas?, ¿haremos huecos en la tierra como los reptiles?. ..¿qué comeremos si seguimos destruyendo árboles?...¿qué será de nuestra especie si no paramos a tiempo la masacre ambiental?.
Una de estas noches soñé que alguien me decía "llegó la hora, la señal agrietará la tierra". Y la voz se refería al final de la vida, a la extinción total de la especie. Me levanté y salí al patio. El sol estaba rojo y todo muy caliente.
Y la tierra bajo mis pies estaba agrietada de lado a lado...
Es necesario ver alrededor y darnos cuenta del daño que le hemos hecho a la Tierra. Este es el momento, levántate y vé que el suelo se agrieta.
Sembremos más árboles como una forma de equilibrar el clima.